martes, 4 de septiembre de 2012

¡¡que alguien nos rescate de las mentiras!!!

.Desde la revolución industrial cada nueva generación ha ganado mas dinero, ha tenido una mejor educación y un mayor nivel de vida que la generación anterior. Aceptamos, asumimos y dimos por hecho que, como explica Reif Hoffman en su libro “El mejor negocio eres tú, el mercado laboral de trabajadores cualificados funcionaba como una escalera mecánica: Al acabar los estudios, conseguias un empleo y en él te iban preparando. Tu empleador costeaba tu capacitación y formación profesional. A medida que se iba ganando experiencia se ascendía en la estructura de organización. Si todo iba bien, se ascendía por la escalera mecánica, cada nuevo ascenso proporcionaba mas poder, mas ingresos y mas seguridad hasta que llegaba la jubilación a los 65 años y te podías retirar dejando que otro ocupara esa posición que tú dejabas,
En poco tiempo este sistema ha quedado desintegrado. La mayoría de los jóvenes están sin empleo, incluso los mas preparados, los que trabajan, tienen empleos muy por debajo de sus posibilidades y de sus expectativas. Al mismo tiempo que, los mayores, con pensiones ridículas y una Seguridad Social camino dela extinción, se mantienen en sus trabajos por salarios infimos o intentan conseguir algo, lo que sea y como sea para poder subsistir.

“En lugar de avanzar, todos nos pisamos! La frase no es mía, la pone Reid Hoffman en boca de uno de sus colaboradores pero me ha parecido clarificadora.

El empleador ya no ofrece formación (le sale mas barato pero el servicio será mas deficiente y tardará más en conseguir objetivos). Pero el empleador espera que el contratado sepa realizar su trabajo desde el momento mismo en que es contratado o que le tome poco tiempo ponerse al día (el contratado, con un sueldo escaso, sin seguridad en que se le mantendrá en ese puesto de trabajo por mucho tiempo, hará lo que se le pide pero sin convencimiento, ni entusiasmo ni objetivos de mejora y sin lealtad. Es esta falta de lealtad lo que en mi opinión favocecerá que el servicio sea deficiente y que los objetivos tarden más en conseguirse.

Y además, la tecnología ha automatizado trabajos y, aunque crea empleos los destruye a mayor ritmo que el de creación, los conocimientos son diferentes y mientras unos siguen hablando de nuevas tecnologías otros las manejan cmo si fueran herramientas obsoletas.

El mercado laboral ha sido alterado para siempre. Las reglas antes claras han desaparecido. Nadie facilita nuevas reglas. Personas con experiencia y conocimientos son rechazadas por tener demasiada edad y personas con conocimientos son rechazadas por carecer de experiencia.

Pero esto no se ha desplomado en un día. Durante años hemos tenido políticos, empresarios y banqueros que han estado viendo como se desintegraba lo que conocíamos. Incapaces de dar soluciones e incapaces siquiera de dar la cara y con acceso al dinero han preferido mantenerse complacientes e ignorar los problemas que, por todas partes, comenzaban a surgir. Nadie busco soluciones a largo plazo para las debilidades que aparecían, pero es aún peor, nadie las busca ahora.

Y, al borde del colapso, los mensajes que se nos envían desde los medios siguen basándose en el sistema de siempre, ese que podemos llamar  escalera mécánica. Se insta a los parados a entrar de nuevo en el sistema. Un sistema que sigue desmoronándose y que no puede de ninguna manera absolverlos/absolvernos. Las empresas se derruban cada vez con más rápidez. La clase política sigue mostrándose complaciente con ella misma, sin ahorrar y manifestando cada vez más claramente su diferencia. Cuentan que son imprescindibles y que por ello están ahí ¿imprescindibles para qué? ¿Para quién? Cada nueva declaración es un símbolo de desesperanza, un paso más hacía la precariedad, una nueva demostración de arrogancia, un nuevo fracaso en reconocer y hacer frente a la situación, una nueva manifestación del poco deseo de tomar medidas que impliquen algún riesgo para ellos, una nueva muestra de la incapacidad de adaptarse al cambio