Muchas de las celebraciones que tenemos en nuestros
días, han sido heredadas de antiguas civilizaciones, y Halloween no es la
excepción.
Hace unos tres mil años, los celtas de Europa,
celebraban el 31 de octubre, una
especie de Año Nuevo de
nuestros días, lo llamaban“Samhain” “fin del verano”.
Durante esa noche mágica, los espíritus de los
difuntos supuestamente vagaban por la tierra y podían reunirse con sus seres
queridos. Por supuesto, también los espíritus “malos” eran libres por lo que se
trataba de atraer a los buenos dejando comida en la puerta (puede que de ahí
venga el “truco o trato” de los niños pidiendo dulces).
También vaciaban nabos y les ponían velas dentro para ahuyentar lo malévolo, detalle
que ha evolucionado hasta las linternas de calabazas, (como me recordaban unos
amigos ayer, en sus pueblos se hacía con melones o sandías) Con el mismo fin,
se ponían trajes especialmente hechos para la ocasión con pieles de animales y
máscaras, mientras se hacían sacrificios. Con las cenizas de las hogueras, los
sacerdotes trataban de “adivinar” qué les esperaba el próximo año.
Fotografía y pie de foto de Javier Marcos Porras: La gran calabaza tuneada con pimientos veratos y
una sábana para recrear a la Pamparamanta.
Cuando los romanos conquistaron al pueblo celta, el Samhain se fusionó
con la fiesta de la cosecha que
adoraba a la diosa Pomona (Pomona era, en la mitología romana,
la diosa de la fruta,
y por extensión de los árboles frutales,
los jardines y las huertas. Era una diosa únicamente romana,
y se asocia generalmente con la abundancia, particularmente con la floración de
los árboles —en oposición a la cosecha— y además de las frutas; también lo era
del olivo y de la vid) Dejándonos las manzanas como un elemento popular de la celebración y
las castañas (Los romanos difundieron el cultivo del castaño. Antes de la llegada del
maíz y, especialmente, la patata, la castaña fue la base alimenticia de la
gente pobre. El hecho de que exploten si no se rajan servía para ahuyentar a
los malos espíritus)
Y, llegó el cristianismo que veía la fiesta como una creencia pagana (por tanto perseguida). Los
cristianos celebraban el 1 de noviembre el “día de todos los santos” en el que
se recordaba a todos los santos que no tenían día específico y adaptaron la
celebración, al día anterior lo llamaron “All Hallow Eve”,
en español,“Víspera de Todos los Santos”, ahora simplemente “Halloween”.
La muerte es parte de la vida y, como todo es pasajero, ¿por qué
no cantar y comer con nuestros difuntos que han alcanzado la perfección y la
sabiduría? Celebres la vida orecuerdes a los muertos, vive la fiesta,
vivéla, compartela, disfruta de los huesos transformados en azúcar, de los
cráneos de chocolate, de las galletas con formas muostruosas con sirope de
fresa o de los mas tradicionles calvotes (castañas) o Huesos de Santos...
Abramos la boca para comernos a nosotros mismos y chuparnos los
dedos con las claviculas, las tibias y los peronés convertidos en pan de
muertos y celebremos.