El punto de encuentro Centro de visitantes “El
Acebuche, para realizar una visita guiada en 4x4 por un sector del Parque
Nacional de Doñana al que está prohibido el acceso y que solo está permitido
visitar a través de estas empresas autorizadas. El recorrido se adentra en el
Parque Nacional por la playa de Matalascañas, hasta las dunas y por el camino
rociero que siguen las hermandades de Cádiz, que está delimitado por estacas y
del que está prohibido salir. Continua por el “cerro del trigo” hasta la zona
de las marismas. El aguas de estas marisma procede de la lluvia y si no ha
llovido suelen estar secas. Por “El Llano de Velaszquez” que te cuentan se
llama así porque venía mucho el pintor ¿? Y que es un lugar de asidua afluencia
de fauna. Continua hasta la desembocadura del Guadalquivir y regresa por la
playa.
A la izquierda quedan algunas casas de pescadores. Nos cuentan que aún se siguen usando pero que los actuales dueños ya no podrán traspasarlas a sus herederos y que acabarán desapareciendo. Una de ellas tiene ¡¡un pozo!! Que se nutre del acuífero de agua dulce que hay bajo el Parque
Entramos por la playa de Matalascañas y nos
internamos en las dunas
Al paso de las dunas,
la superficie llana sobre la que se desplazan dejará al descubierto un espacio
húmedo y resguardado del viento en el que se asentarán las plantas. Estos
mosaicos de vegetación entre dos frentes de dunas consecutivos se denominan localmente
"corrales". Dentro de los accidentes geográficos originados por las
dunas, los corrales son los más caracterizados, tanto por su peculiar
estructura como por la riqueza de especies que se encuentran en él. Los
corrales son obstáculos temporales de las dunas ya que las dunas en su empuje
terminan invadiendo la totalidad del corral. El paso de una barrera de dunas
por un pinar supone la total destrucción del mismo y la aparición, muchos años
después del llamado campo de cruces ya que los pinos aparecen como extrañas
formas fósiles con los troncos mutilados y algunos restos de alguno de sus
brazos. Una vez retirada toda la arena que produjo la destrucción del pinar
quedan depresiones cercanas a la capa freática, humedeciendo la zona e incluso
sufriendo pequeñas inundaciones comenzando un nuevo ciclo de generación de un
nuevo corral.
El tránsito de las dunas por los corrales está acompañado del
arrastramiento de la vegetación; sólo sobreviven los pinos más altos (pinos
testigos) y los enebros cuyo sistema de raíces los hace “cabalgar” por encima
de las dunas
Bosquetes de pino piñonero y matorral
Y seguimos por el
camino rociero que siguen las hermandades
“Las Marismillas” en obras antes de que llegue el
Presidente.
"Mariano Rajoy es el
cuarto presidente del Gobierno español que escoge para descansar el Palacio de
Las Marismillas, finca del Parque Nacional de Doñana. Los
dos accesos al Palacio, cerrados a vehículos no autorizados, requieren cruzar
el Guadalquivir desde Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) o recorrer en la bajamar
los treinta kilómetros de playa que separan la finca de Matalascañas (Huelva).
Al ubicarse el Palacio sobre terreno arenoso, los caminos que lo rodean son pistas
penosas de transitar, cuando no imposibles para
quien no está familiarizado con las arenas.
El disfrute de Marismillas por las elites españolas no es
reciente pues ya Alfonso XI convirtió en
el siglo XIV estas tierras, propiedad de los Duques de Medina Sidonia, en uno
de sus cazaderos preferidos.
Tras seis siglos en manos de estos duques, el afamado Coto de
Doña Ana se dividió y la finca Marismilla pasó en 1900 al bodeguero jerezano
Guillermo Garvey, quien mantuvo la actividad cinegética a la que invitaba a monarcas y
políticos españoles, así como a príncipes de numerosas familias reales
europeas. Alfonso XIII fue asiduo cazador en la finca y el Palacio de
aires victorianos que Garvey comenzó a levantar en 1900 contaba con estancia y
vajillas reservadas para el monarca.
Franco no fue menos y mató en Marismillas 4 venados y 2 jabalíes
del 6 al 8 de octubre de 1944, en una visita con una fría acogida por parte de
los entonces propietarios, la monárquica familia Borghetto, a la que sorprendió
descubrir entre los enseres del general el brazo incorrupto de Santa Teresa,
según relata Carlos Morenés en su "Historia del Coto de Doña Ana".
El prestigio que las artes cinegéticas adquirieron durante el Franquismo
quedó reflejado en la amplia nómina de ministros y altos cargos que cazaron en
Las Marismillas, alguno de ellos con un resultado rayano en el ridículo,
según algún sabio guarda de la finca. Un joven de 15 años llamado Juan Carlos
de Borbón también cobró su primera pieza en Marismillas en octubre de 1953.
En medio de esta finca, Guillermo Garvey comenzó en 1900 la
ampliación de la sencilla residencia que albergaba a propietarios e invitados y
su heredero, José Garvey y Capdepón, amplió el inmueble, con aires victorianos,
una década después hasta alcanzar la mitad de la extensión actual del Palacio
de Marismillas.
A mediados del siglo pasado, los nuevos dueños, los duques de
Tarifa, reforzaron
el estilo de casa de
campo británica del Palacio con su actual estructura de dos amplios ventanales,
un mirador corrido y un colorista tejado.
El inmueble sumaba en su planta superior dieciocho dormitorios y
cuartos de baño, mientras que en su planta baja destacaba un impresionante
comedor, con paredes forradas de nogal y una mesa de cinco metros de largo, de
una sola pieza de caoba de Cuba, que Guillermo Garvey compró en un concurso de
muebles de San Francisco (EEUU).
La finca fue heredada a mediados del siglo pasado por los
marqueses del Borghetto y luego por sus hijos, la familia Morenés, a quienes el Estado se la expropió tras un proceloso contencioso judicial
sustanciado en diciembre de 1998.
Los Morenés perdieron, salvo unas escasas doscientas hectáreas,
el disfrute de la "paradisiaca soledad" de estas tierras milenarias,
donde aún se investiga la presencia de la mítica Tartessos,
pero aducen, con orgullo, que supieron preservar durante cinco generaciones
este edén, donde sobreviven los últimos ejemplares de águila imperial y de
lince ibéricos de Doñana.
Su esfuerzo mantuvo a Marismilla -en singular, como ellos la
denominan- frente a fenómenos naturales como crecidas del Guadalquivir,
sequías, incendios o epidemias, y ante las tribulaciones históricas como la
invasión napoleónica, la expropiación republicana, el desarrollismo franquista
o el furtivismo. Ahora es el Estado el que gestiona desde hace década y media
Las Marismillas -en plural- y el que vela por preservar su "paradisíaca
soledad", para muchos, el alma verdadera de Doñana."
No son nada más que puntitos blancos, pero ahí estaban ¡¡flamencos!! Y era la primera vez que los veía
A mediados del siglo XV, con la plantación de pinos y
la necesidad de mano de obra, empiezan a instalarse familias en esta parte del
parque. A algunas de estas familias se le adjudicó una pequeña parcela en la que
desarrollaban una agricultura de subsistencia. Así nace el poblado de “La
Plancha”. Sus habitantes se dedicaban al carboneo, al aprovechamiento dela piña
y a otros trabajos.
El poblado llego a tener unas 60 o 70 casas con una
población de unas 400 personas
Seguimos por la playa hasta la desembocadura del río y continuamos, ya de regreso, por la playa. En esta zona es donde se puede ver al que se conoce como “Barco del arroz"
El 27 de febrero de 1994, un barco chipriota
cargado con 6.080 toneladas de arroz procedente de Bangkok, el Weisshorn, iba
a penetrar en el río Guadalquivir con destino al puerto de Sevilla. A la altura de Chipiona, debido a la
marea baja, el barco quedó encallado en la plataforma
continental, provocando vías de agua. El arroz se infló con el agua
de mar hasta el punto de abollar las puertas metálicas que lo guardaban. El
barco acabó partiéndose en dos y la tripulación huyó del barco hacia las costas
de Chipiona. Se dice que el buque no encalló por accidente, sino que fue el
Capitán el que lo acercó a propósito a la costa, por una deuda con el armador.
Otra versión más oficial apunta a que el barco se encontraba fondeado en el día
de los hechos frente a las costas de Sanlúcar a la espera de entrar por el río,
en ése día hubo un fuerte temporal que rompió la cadena del ancla, y el navío
se vio arrastrado por el viento y el oleaje hasta una zona poco profunda
conocida como "Bajo Picacho", donde encalló. Los vecinos de
Sanlúcar y Chipiona sufrieron durante más de un mes un olor insoportable
provocado por su putrefacción.
Extraido de la Wiki